URBANISMO
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Javier Peinado
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PEI 2008
Blog Arq. Javier Peinado
13 de noviembre de 2008, 15:15

PAISAJES FUNCIONALES Y NATURALEZAS ARTIFICIALES

“La capacidad del hombre actual de actuar globalmente y convertir el planeta en un laboratorio total ha producido además como consecuencia la revisión del concepto de naturaleza, y con ello la progresiva desaparición de su tradicional idealización.”[1]

Todo paisaje puede ser considerado artificial si se tiene en cuenta que son resultado de la acción de la mano del hombre. Sin embargo, sería más interesante pensar el paisaje como la yuxtaposición entre lo natural y lo artificial; exponiendo así que el paisaje es un sistema, un escenario que muta con el cambio de las estaciones, con las horas del día, se convierte en un plano de composición donde quedan registradas las huellas sociales y culturales de las personas que le habitan. Se trata entonces de entender el reto que se desarrolla en la ciudad debido a la naturaleza mutante e interactiva de una nueva relación ente lo natural y lo artificial (construido). El paisaje es, por tanto, el producto de la interacción entre los elementos naturales y el factor humano, y a través de la percepción social que adquiere una dimensión simbólica.

Es evidente que hoy en día se plantea un encuentro más tenso, complejo y dinámico entre el arte y la ciudad. La ciudad se ha trasladado de la simple relación que establecía el monumento artístico con lo urbano hasta llegar al desplazamiento progresivo de la creación de vínculos donde el arte y la ciudad se perturban mutuamente de forma impredecible. Sin embargo, “los factores que afectan a la configuración de la visión paisajista del territorio van más allá de los códigos estéticos inherente al concepto de paisaje: extensión de terreno considerada en su aspecto artístico. De ahí la necesidad de un marco semántico más amplio que permita abarcar aspectos que afectan tanto al territorio como a las categorías estéticas aplicadas a este: Realidad (lo que es efectivo o tiene valor práctico, en contraposición como lo fantástico e ilusorio)“[2].  

La ciudad se encuentra anclada en la estética y la ética que acaban convirtiendo a la naturaleza en espacio de ocio. Es necesaria una visión funcional, tratando los servicios y bienes de los ecosistemas (la antigua naturaleza) como infraestructuras ambientales, al mismo nivel e integradas con otras construidas totalmente por el hombre. La visión funcional no significa olvidar la estética, bien al contrario implica definir nuevas estéticas, diseñar las nuevas “naturalezas artificiales”. Por lo tanto, “lo artificial es profundamente humano, en el bien y en el mal, como el amor y el odio, como la ternura y la agresividad. Para el hombre producir lo artificial es una actividad absolutamente natural”.[3]

La misma transformación de la ciudad, su fragmentación, su despliegue tecnológico, su creciente entropía, necesariamente replantea la visión que se tiene de la ciudad tradicional, ahora debemos hablar de telepolis, de ciudad virtual, autopistas de información, donde se podría evidenciar el surgimiento de los tribal al interior de la ciudad, y es ahí donde cabe formularse hasta donde la ciudad puede considerarse en un marco de referencia de sistemas resilientes, capaces de resistir y/o  retornar al estado inicial tras una perturbación, y de la misma forma como el progreso que ha de buscar su adaptabilidad al medio.[4]

Bogotá de manifiesta y se oculta a la vez, se puede tener una visión de ella, como objeto consciente que puede ser descubierta a través del sueño. Se presenta como una entidad multiforme, como el lugar de las metamorfosis más inesperadas que descansa en la secuencia cambiante de imágenes. Bogotá puede entonces aparecer como un sistema de signos, el entorno urbano esta hecho de asociaciones libres, escurridizas como materias de los sueños. Caminar la ciudad es una realidad interior, un hecho intelectual que consiste en perderse en las redes, circuitos y nodos que componen una cartografía de relaciones; los nodos son puntos de conexión entre los ciudadanos y el territorio, allí ambos son emisores y receptores a la vez porque en el nodo todo confluye y todo se dispersa, su papel en las redes urbanas es el de un punto topológico.

Parece que la ciudad se ha quedado sin instrumentos no solo para intervenir en su propia estructura, sino incluso para pensarla. Con una mirada artística, la ciudad podría descubrir velocidades diferentes, proponer relaciones disimiles, revelar límites entre exclusión e intercambio, generar zonas de resistencia y liberar procesos identitarios. La arquitectura debe articular los saberes de la sociología, de la antropología y las diversas disciplinas, que le son cada vez más necesarias para construir una imagen de ciudad.

El proyecto Manzana 5- Centro Cultural Español, se encuentra localizado en el centro de Bogotá, entre la carrera 3 y el Eje Ambiental de la Avenida Jiménez, entre las calles 19 y 20. Es el primer caso de cooperación internacional en un proyecto de renovación urbana que se realiza en el país y pretende consolidar la zona como un área cultural, universitaria y residencial. El denominado Centro Cultural Español pretende ser un lugar para potencializar la actividad artística de Bogotá mediante el apoyo permanente y constante de la administración distrital y el gobierno ibérico y contribuir, de paso, a la consolidación esta zona del centro de la ciudad como una alternativa para la vivienda y el desarrollo económico de la ciudad.[5]

Las futuras infraestructuras se integran en el corazón de la ciudad y emergen como parte de los elementos de interacción social. Por otra parte, la ciudad se diseña a partir de sus flujos y se estructura primariamente en redes físicas y no en lugares. Bogotá se despliega ante uno como un laberinto infinito, su forma generadora ha perdido el orden con el que fue concebida. Durante el siglo pasado se ha tratado de generar un estado de confort que ha tendido a perder el valor de lo inútil, creando sobre las personas la necesidad de ser útiles perdiendo la oportunidad de proponer lugares inestables que promuevan individualidades, lo efímero, el paisaje.

Se podría entender la historia como una sucesión de cambios que no han llevado a una vida mejor sino distinta. La ciudad puede ser alegórica, desbordarse por los extramuros de la estética urbana, desamblar las narrativas visuales existentes, romper la disciplina de la mirada, resignificarlas percepciones, los recorridos; la ciudad no es la inscripción de la historia, sino que permite la inscripción de la historia. La memoria esta encapsulada en el espacio y tiene la necesidad del mismo. El espacio contiene como un libro, la serie de recortes, de presencias y de ausencias que el pasado realza de una sociedad ciudadana.



[1]. LABORATORIO MUNDO II. AMPLIACIÓN DEL CONCEPTO DE NATURALEZA. Disponible en: http://htca.us.es/blogs/jornadas1007/category/caja-de-herramientas/.

[2] TOMÁS MAIZ AGUIRRE. Realidad y estereotipos. Disponible en: http://www.espaciotangente.net/ActasECero.pdf. Pg 8.

[3] ENZIO MANZINI. Artefactos, hacia una nueva ecología del ambiente artificial. Disponible en: http://books.google.com.co/books?id=5A0ZG1ClVUoC&printsec=frontcover&source=gbs_summary_r&cad=0#PPA1,M1

[4] DEFINICIÓN CONCEPTO RESILIENCIA. Disponible en: http://www.hypergeo.eu/article.php3?id_article=228.

[5]. MANZANA 5, CENTRO INTERNACIONAL ESPAÑOL. Dipsonible en: http://www.eru.gov.co/?id_c=13&tpl=articulo.




19 de septiembre de 2008, 11:25


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